21 de septiembre de 2016

ALQUIMIA


Alquimia viene de la palara árabe “al-kimiyya” que significa piedra filosofal, en busca de esa piedra han estado muchas personas desde la antigüedad. Los primeros alquimistas afirmaban que el descubrimiento de esta ciencia se debía a Adán, a Abraham o a Salomón, aunque la mayoría afirmaba que su origen se tenía que buscar en Hermes Trimegistro.

Los alquimistas creían que los metales tenían vida propia y que su mezcla con sustancias adecuadas podía dar lugar a un nuevo metal tan vivo como sus genitores, por ese motivo al recipiente en el que se mezclaban los ingredientes se llamaba huevo de los filósofos. Las obras sobre alquimia de los griegos fueron traducidas al árabe por los musulmanes y fueron estos, junto con los judíos, los que se dedicaron con tesón a los trabajos alquimistas. Una de sus máximas era encontrar la manera de fabricar oro. Los alquimistas utilizaban un lenguaje encriptado.

La Edad Media y gran parte de la Edad Moderna vieron nacer una gran cantidad de alquimistas, la mayoría de ellos al servicio de los monarcas y los grandes señores. Con el tiempo fue en aumento el recelo hacia ellos, creyendo que las posibilidades de encontrar el dorado metal, eran nulas, o casi. A pesar de ello, los alquimistas descubrieron el amoniaco, el ácido sulfúrico, el ácido nítrico, el agua regia, que disuelve el oro, el nitrato de plata, el sublimado corrosivo, etc.

En el siglo XIII, Arnaldo de Vilanova, médico y astrólogo, parece que descubrió el alcohol puro, utilizado en medicina. Paracelso (1493-1541) fue el gran alquimista de la Edad Moderna. Según él, lo importante es saber administrar los remedios a la enfermedades en el momento justo.

Al llegar la química, parecía que la alquimia había muerto, pero hoy en día, todavía se escriben tratados y manuales sobre alquimia.

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