14 de julio de 2014

COSAS DE MÉDICOS Y SEXO


En el siglo XVII, algunos médicos sostenían que a los promiscuos se les ponía la nariz roja, padecían gota crónica, alopecia y, a los más viciosos, les salía chepa.

El médico Nicolás Venette (1622-1698) sostenía que la mujer podía autofecundarse si se le perforaba el clítoris.

Según Hipócrates (460 a. C.-377 a. C.), el útero de las mujeres que no practicaban asiduamente sexo se secaba y se cerraba herméticamente, lo que atormentaba a todo su cuerpo.

En el siglo XVII, algunos médicos decían que los penes muy cortos se debían a que la madre naturaleza tomaba de este órgano el material que faltaba para completar otras partes del cuerpo. Los largos eran producto del tejido sobrante.

Julien Offray de la Mettrie (1709-1751), médico y autor del ensayo “El hombre máquina”, el ser humano debe gozar de los placeres sexuales y disfrutar de la repostería trufada hasta la saciedad. Él mismo probó su teoría, se empachó y como consecuencia de ello, murió.

Federé, médico galo, prohibía contraer matrimonio a todas las mujeres cuyas caderas no sobrepasaran las 35 centímetros de diámetro sacro-ventral en el límite superior porque no eran aptas para la gestación.

Thomas Radford y otros médicos defendían el parto por cesárea, decían que la única función de la mujer era tener hijos y, si los órganos implicados no funcionaban, carecía de importancia si perdía la vida en la operación.

Algunos anatomistas medievales creían que el pene era un manojo de nervios que nacían de la espina dorsal y acababan en el órgano sexual. Por esa razón lo llamaron “nervorum”.

Para saber si una mujer era fértil, los médicos egipcios le hacían sentarse sobre una mezcla de harina con dátiles y cerveza. Si vomitaba era signo de que podía quedarse embarazada.

La erección continua del pene (priapismo), según los médicos medievales, se debía al consumo excesivo de alimentos flatulentos (garbanzos, judías, etc.).

En los siglos XIV y XV, los médicos pensaban que el coito interrumpido causaba ulceraciones en el pene.

A principios del siglo XIX, los médicos mostraban un gran pudor cuando tenían que tratar las enfermedades genitales de la mujer. En el examen ginecológico sólo se realizaba una palpación, en 1870 el doctor William Goodell (1829-1894), recomendaba a sus estudiantes que fijasen la vista en el techo mientras exploraban los genitales a las mujeres.

En el siglo XIX todavía había médicos que aconsejaban que los adolescentes llevaran cinturones de castidad y anillos con clavos interiores para impedir la erección.

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